Nunca podré olvidar cómo me hablaban tus ojos ni como
miraban tus labios a los míos, ni mucho menos ese perfume deslizándose sobre mi
cuerpo…
La noche tocaba a su fin y la mañana se acercaba lentamente
a la ventana entrecerrada, la pasión nos abandonaba con la oposición que la
cama sobre la que se había cometido la locura dejaba a su paso. Habíamos soñado
tantas veces con esto que ahora seguimos pensando que era uno más entre tantos,
nos acariciamos lentamente con los ojos cerrados por miedo a que ese magnífico
sueño diera a su fin. Sin embargo, un rayo de sol nos obliga a abrir
temerosamente los ojos y, efectivamente… todo había sido un sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario