Hay momentos en los que a la gente normal como yo, con la vuelta a la rutina, la vuelta del estrés y la necesidad de descansar y dejar la mente en blanco (bendito defecto de los hombres), nos lleva a dejar escapar la inspiración de nuestras manos, a no aprovechar el pequeño hilo que nos muestra y dejar que se esconda de nuevo por pura vagueza.
Tengo muchas cosas en la cabeza, muchos rebujones a la espera de que mis dedos se pongan manos a la obra y le den forma. Mi mente quiere, pero parece que quiere esperar a que ese hilo sea grande de verdad y le de suficientes motivos a mis dedos para ponerse en funcionamiento.
Hasta entonces, que lo mismo es mañana o dentro de un mes, sigo esperando que la inspiración vuelva a llamar a mi puerta.
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